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Perú: Una nueva generación en ascenso

El CEO y cofundador de SA Expeditions brinda un análisis sobre la actual inestabilidad política en Perú, país que lo adoptó y se ha convertido en su hogar.

Para leer en inglés, haga click aquí.

La destitución de otro presidente

El pasado lunes 9 de noviembre, el desacreditado congreso del Perú votó por la vacancia del presidente Martín Vizcarra por acusaciones en su contra de recibir presuntos sobornos cuando fue gobernador regional. La decisión tomada por la mayoría del congreso encendió una mecha que detonó convulsiones sociales en un país cansado de la impunidad en la clase política. Las protestas también pueden ser consideradas como el inicio de una revolución social dirigida por peruanos “millennials” que no recuerdan la última reyerta del país con gran agitación económica y social.

Manuel Merino, el presidente del Congreso quien asumió la presidencia el 10 de noviembre, estuvo a cargo por solo cinco días antes de sucumbir al “cacerolazo” fuera del Congreso y en todo el Perú. Martin Vizcarra fue presidente durante un poco mas que dos años después de haber sido nombrado desde la vicepresidente de manera inmediata por las acusaciones de corrupción y la presión del Congreso que derribaron a su predecesor. Se debe saber que 68 de los 130 miembros del actual congreso están bajo investigación por corrupción u otras denuncias. Este mismo congreso lleva un año en el poder, tiempo desde que Vizcarra disolvió el grupo anterior y convocó a elecciones extraordinarias. Al momento de la presente publicación, el Congreso eligió al cuarto presidente de Perú en cinco años, Francisco Sagasti.

La mayoría de los peruanos sienten que la corrupción es el problema más importante que enfrenta el país y ven a su congreso como un grupo de oportunistas interesados. Los presidentes peruanos de las últimas dos décadas han estado implicados en una red de sobornos que llega a toda América Latina, por parte de la constructora brasileña Odebrecht. Los presidentes terminaron acusados, encarcelados o en un caso, suicidándose dramáticamente mientras la policía esperaba en su puerta. La supuesta campaña anticorrupción de Perú, que ahora se extiende por más de una década, parece ser más una herramienta predecible para la venganza política, con el poder judicial tratando de cumplir con su deber acorde a las leyes peruanas.

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Francisco Sagasti - El cuarto presidente peruano en cinco años, y el último en liderar el gobierno durante el crisis actual. (Foto: Beto Baron/Getty Images)

Sobreabundancia de élites

Más allá de los casos de corrupción en las instituciones públicas, Perú ha sido sorprendentemente resistente. Desde el 2003, ha sido la economía de más rápido crecimiento en América Latina, reduciendo la pobreza del 60% al 20% durante el mismo tiempo. La nueva generación se ha criado en tiempos mucho más prósperos en comparación a sus padres, además de estar mejor educada y tener diversas opiniones sobre los movimientos políticos de todo el mundo gracias a las redes sociales. Los peruanos con menos de 35 años rebosan de ambición, tienen la información del mundo en el bolsillo, y reclaman una sociedad menos paternalista, menos arraigada, y no tan irracional.

Son ellos mismos que no experimentaron en carne propia las convulsiones sociales de la década de 1980 y principios de la de 1990, cuando el terrorismo y el colapso económico casi provocaron un estado fallido. Los ambiciosos jóvenes peruanos de esa generación se mantuvieron en línea debido a amenazas que se presentaban en algunos casos hasta con explosiones de bombas o se vieron forzados a emigrar, lo que generó una diáspora peruana de dos millones de personas en todo el mundo. La juventud peruana de hoy no se está yendo en grandes cantidades, sino que intenta cambiar un sistema que ya no funciona, ni quiere dejar espacio para ellos.

Peter Turchin, un científico de boga en la evolución cultural ha demostrado que un mayor acceso a la educación puede crear una sobreabundancia de personas educadas (élites), en comparación con el espacio disponible en la cima de la pirámide social. Como se indica en un artículo reciente en The Economist sobre el trabajo del Sr. Turchin, “La gente educada se rebela, lo que produce una lucha por el poder político y económico. Las élites dejan de cooperar, surgen las contra élites y el orden se rompe”. En países como Perú que muestra alta desigualdad económica, las recompensas por estar en la cima son particularmente ventajosas, y quienes se pierden de estas tienden a sentirla con mayor intensidad. El resentimiento se exacerba aún más entre los que han crecido creyendo que deberían estar en la élite a través del trabajo duro y la educación.

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La generación de peruanos cuenta un propio sentido de cultura popular en las protestas callejeras. (Foto: @rupafotos en Instagram)

Contexto regional y social

Considere este escenario enfocándonos en las recientes marchas políticas en los países vecinos de Perú. Chile también ha experimentado avances masivos en el crecimiento económico y la educación universitaria en las últimas décadas. Hace apenas un año, los chilenos marcharon en protestas masivas que acaban de culminar con una votación para cambiar su constitución. Los países vecinos Ecuador y Bolivia también han experimentado grandes trastornos sociales y políticos durante el año pasado. Perú es solo una muestra reciente de la lucha de las clases emergentes latinoamericanas que buscan el futuro que se les hizo creer y que ellos creen, estaría lleno de oportunidades.

El sector privado peruano, que a menudo pasa por alto el espectáculo político peruano, ha convocado a los graduados universitarios más prometedores y ambiciosos. Esta clase empresarial ha logrado administrar colectivamente un sistema bancario moderno, supervisar depósitos masivos de hidrocarburos y minerales, convertirse en un líder mundial en exportaciones agrícolas y construyó una industria inmobiliaria firme, por nombrar solo algunos sectores modernos que sirven como cimientos de su economía.

Construir instituciones políticas estables en el Perú requerirá reformas, tal vez incluso constitucionales como las que se vieron en el vecino Chile. Independientemente de cómo se resuelva la crisis, deberá sentar las bases para atraer mejor a la clase educada y tecnocrática de Perú del sector privado a la administración pública. Los requisitos mínimos de educación para los aspirantes a cargos públicos podrían ayudar, junto con el pago de un salario digno para los servidores públicos en un intento por reducir la tentación financiera de vender influencia y votos.

El camino a seguir

Todavía existe una gran incertidumbre sobre si el Congreso o el actual presidente de transición encontrarán una solución para aplacar la ira que se desborda en las calles y cambiar la trayectoria social del país. Los jóvenes peruanos de hoy son más independientes, progresistas y conectados que sus predecesores. Cada vez más, están iniciando los viejos hábitos coloniales de clasismo y paternalismo del país, que se remontan a la conquista española de los incas nativos en el siglo XVI.

El domingo pasado, mientras marchaba en la ciudad capital junto a quienes entregaban sus almas por el país en el que creen, observé una sensación de celebración y victoria sobre la renuncia forzada del último presidente Merino. Mientras avanzaba entre las miles de banderas peruanas, acompañadas con círculos de tambores, pancartas y ruidos de todo tipo, tuve la sensación de que el pueblo finalmente estaba siendo escuchado. Junto a millones de peruanos que protestaron también en el interior del país, desde sus balcones o plazas de cada pueblo, se ha demostrado una sociedad que ha despertado, liderada por la juventud multicultural y educada del país, cuyas sensibilidades ya no tolerarán una clase política que trae tanta vergüenza a su bandera y amenaza su futuro colectivo.

Pase lo que pase, está demostrado que esta generación ha dejado claro que no tolerará que se les obligue a seguir los comportamientos socioeconómicos heredados por sus padres o mayores.

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Una coalición de peruanos de todos los orígenes socioeconómicos protestando en las calles de Lima. (Foto: Ernesto Benavides)

Sobre del autor: Nick Stanziano cofundó SA Expeditions y se desempeña como su director ejecutivo. Originario de California y ciudadano por más de una década y nacionalizado peruano, se encuentra entre dos mundos. Nick tiene una licenciatura en Estudios Globales de la Universidad de California y un MBA en la universidad Saint Mary's College of California. Nick cree que las empresas de turismo del futuro tienen la responsabilidad de retratar las luchas humanas de los países a los que traen viajeros.

Puede ver la plétora de artículos aquí o leer el libro electrónico recientemente publicado por él mismo, quien ha realizado el viaje a pie por más de 3000 millas por el Gran Camino Inca, también conocido como el Qhapaq Ñan.

Traducida por: Alicia Moreno

Toda imagen en este artículo se publica para el interés público. Se ha hecho todo esfuerzo para acreditar los fotógrafos responsables por documentar este momento importante en la historia del Perú; interesados deben contactarnos directamente sobre el uso de cualquier fotografía. Foto titular: Ernesto Benavides/AFP.   

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